Parque Rojo, desvelos y #YoSoy132

Por: Omar García

Apuntes de acampada. En el Okuparevolución pernoctan desde el lunes pasado decenas de jóvenes molestos con el proceso electoral, su meta: 132 horas de protesta

GUADALAJARA, JALISCO (08/JUL/2012).- En el verano de 2009 fue mi primer campamento en un parque de la ciudad. Aquella ocasión fue al pie de lo que hoy es el Puente Atirantado, ahí conocí a varios jóvenes que hoy dejaron atrás las espinillas y la ingenuidad: tres años después reclaman lo que creen que este país necesita. Esta es la historia de una noche en el Okuparevolución de #YoSoy132GDL, que desde el lunes por la tarde habita en el también conocido como Parque Rojo.

La escampada

El “ciego” nos cuida y está al pendiente de que los borrachos que deambulan por la noche en el Centro de la ciudad no lleguen a fastidiar. Cada que alguien se acerca los deja entrar a la zona de camping, pero cuando el estado del invitado es inconveniente le pide que se vaya. “No nos vamos a quemar por estos pendejos”.

Al “ciego” siempre lo cubre el “gorras”, un tipo alto,  joven, corpulento, con los puños preparados pero sueltos. Con las manos listas para la acción. Los demás, cerca de 50 okupas, sólo los ven. Aquí la paranoia nocturna es la normalidad.

Son las 23:00 horas y apenas se han cumplido las primeras 50 horas de las 132 que amenazaron con “ocupar”. En el centro del parque se han colocado 26 casas de campaña y sigue aumentando: siempre hay nuevos inquilinos que llegan a instalarse. Hoy serán más porque son víctimas de su propia virtud: nacieron en una elección que finaliza con la entrega de constancias de mayoría esta semana. Y es precisamente este miércoles cuando se han abierto los paquetes electorales en más de la mitad de las casillas del país.

La nueva fiscalía ciudadana tiene menos de 30 años y usa una laptop de manera religiosa. Ven Televisa y TV Azteca como quien ve matar  pollos en el mercado: lo ven con repulsión porque creen que los noticieros desangran la verdad y la venden al mejor postor.

Algunos se sientan sobre el pasto, se quitan los zapatos, se soban los juanetes, se lamentan del dolor de una caminata que terminó en las oficinas del Instituto Federal Electoral (IFE). Se les ve cansados pero contentos, en su primera marcha postelectoral reunieron a centenares de personas que coreaban el repudio a los resultados electorales.

Y pensar que todo terminará entre risas y alucinaciones cinco horas después.

Nunca falta un radical

Algún buen samaritano está pagando los ocho baños portátiles donde los activistas pueden ir a hacer pipí pero no popó. “Pa´ cagar y bañarte, mejor te vas a tu casa”, me dijo uno de ellos, sin pensar que se confesaba con un reportero. “Es bien fácil, somos una comuna donde hay reglas que respetar”.

En un árbol un letrero pegado dice: “No alcohol, no drogas, conservar limpio el lugar, tirar la basura en su lugar, respetar este reglamento”.

Sus cartas de buenas intenciones, pienso.

Y es que, como en todos lados, las reglas se hacen para romperse. No son todos pero sí hay quien llega con aliento alcohólico después de la media noche. También están los que, con los ojos rojos, traen el tufo de la bachicha que acaban de fumarse. Aquí nadie los juzgará, se toleran porque saben que se necesitan los unos a los otros.

La acampada no tiene principio ni fin. Desde el lunes fueron instalándose y este miércoles todavía no termina. Como si el campamento fuera fiel a su principio: quieren que este movimiento perdure por muchos años, tantos como dure el sexenio de Enrique Peña Nieto.

En el centro hay una casa y dentro de ella cajas de galletas, de  sopas Maruchan, de  pastas baratas. Galones de agua, jugo, cajas de agua embotellada y dos jóvenes que hablan de política. Uno le dice al otro que Marcelo Ebrard hubiera sido mejor candidato que Andrés Manuel López Obrador, mientras el otro lo mira con el mismo desprecio con el que alguien escucha que hablan mal de su madre.

Paola me dirá después: “Aquí encuentras gente de todo. Hay muchos muy radicales, un día nos regalaron una caja de botellas de agua Bonafont y unos no tomaban nomás porque era Bonafont”.

Aquí ni las marcas del agua se salvan. Lo insípido, incoloro e inodoro se vuelve una amenaza si al agua hay que agregarle el slogan de “el agua ligera”.

Más tarde veré que en este campamento, entre el radicalismo y la comedia hay cada vez menos espacio.

Los (malditos) medios de comunicación

El 23 de junio el periodista Diego Petersen dijo en una conferencia que “los medios (de comunicación) tienen cada vez menos capacidad de respuesta ante las necesidades de la sociedad”. Quizá por eso la garita imaginaria para entrar  a la zona de  campamento son tendederos que van de árbol a árbol y en los cuales cuelgan consignas contra los principales consorcios televisivos y periodísticos de México. Todos repudian a Televisa. Les cae gordo Carlos Marín. Trollean a Carlos Loret de Mola en Twitter y creen que Carmen Aristegui es honestidad pura.

En el radicalismo sobre los medios de comunicación parece que los matices se hicieron para pintar casas, no para definir criterios. En la acampada donde los medios de comunicación están alineados al sistema, el internet es un oasis en el desierto.

El “Negro” propone que podrían tomarse muros para pintar consignas: “No hay nada más simbólico que  un muro, sin dañar el mobiliario urbano. No vamos a tener acceso a los medios pero también tenemos que hacerle ver a las personas que no tienen internet que aquí estamos”.

Poco después de las dos de la mañana se formó una mesa de debate. Había 12 personas. Cuatro de ellas, las que había visto hace tres años en un campamento que  buscaba impedir la construcción del Puente Atirantado.

Aquella vez la lluvia nos impidió dormir. Hoy Tláloc se ha vuelto cómplice luego de dos noches sin tregua. Y ahí estaban, o bien como activistas o bien como ciudadanos preocupados por los contenidos en los medios de comunicación. Uno pidió la palabra: “Yo trabajé en  dos medios que ustedes odian pero renuncié por estar en la causa”. El “bigotes”, como lo conocería  después, dijo otra puntada: “necesitamos un líder, en este movimiento no se ven figuras a las cuales seguir”.

Aquí se escuchan por obligación, no porque crean que todas las propuestas sean sensatas. “Mejor vete olvidando de esa figura del caudillo, porque esa enfermedad no la necesitamos”, le contestó el “güero”.

La  horizontalidad en las decisiones tiene sus pros y sus contras. Las asambleas, que son todos los días a las cinco de la tarde, tienen la virtud de dar voz y voto a todo el que quiera hablar. El problema es que hay ideas que no pasan por el tamiz de la consciencia y la racionalidad; y así se pueden escuchar propuestas tales como bloquear carreteras y aeropuertos, hacer boicots permanentes a consorcios comerciales y hasta aventarle cocos a los diputados. En medio de risas desveladas, arrojar pintura a los edificios públicos “por manchados” y revivir el “jitomatazo” a los diputados de la presente legislatura también fueron propuestas que se escucharon.

Quizá  era el fresco de la noche o quizá el incienso de unos cuates que le hacían un rito a un árbol “porque estamos siempre en contacto con la  Naturaleza”, pero en un abrir y cerrar de ojos el reloj ya marcaba las tres de la mañana. Una película se proyectaba en una lona y ocho personas, tendidas en el en el pasto, esperaban que terminara para comenzar a discutirla. Era hora de terminar.

Apuntes para antes de dormir 

“Yo no podría ver a mis hijos a los ojos y decirles que vendí su futuro por una pinche tarjetita de Soriana”, dice una hoja pegada en la barda. Esta noche, antes de dormir, pienso en que no será sencillo para los priistas gobernar cuando ellos mismos han creado un monstruo de mil cabezas llamado #YoSoy132. Nunca olvidarán ese 11 de mayo en la Ibero, día en que éste cobró vida no en cadena de ADN, sino con una compuesta por errores de campaña e historia nacional.

Los vigilará, estoy seguro. Pero no contento con ello los jóvenes buscarán que se equivoquen y lo conseguirán. Hablarán y se organizarán. Gritarán y marcharán. Crecerán. El discurso de este movimiento es similar al de un niño que quiere comenzar a hablar en medio de balbuceos… serán seis años que, desde el primer día, se dirán a sí mismos que están hartos del sistema que aún no conocen, pero que internet les ha enseñado.

Esta nueva fiscalía ciudadana germina en las calles pero nació en las universidades: son la generación del relevo entre los luchadores sociales. Si no fuera porque las hormonas les ganan no recordarían lo que escribió Zygmund Bauman en El País sobre el movimiento 15M: “Si la emoción es apta para destruir resulta especialmente inepta para construir nada. Las gentes de cualquier clase y condición se reúnen en las plazas y gritan los mismos eslóganes. Todos están de acuerdo en lo que rechazan, pero se recibirían 100 respuestas diferentes si se les interrogara por lo que desean. La emoción es inestable e inapropiada para configurar nada coherente y duradero”.

Son las cuatro de la mañana cuando he visto que todos se han metido en sus casas de campaña, a excepción de los que hacen guardia. #YoSoy132 tiene materias pendientes: lograr referéndum, revocación de mandato, presupuestos participativos, segunda vuelta en elección presidencial, candidaturas ciudadanas. Pero su mayor reto es madurar y crear un discurso que perdure.

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